Historia y etimología
Los fundamentos de la ciencia de la ergonomía parece que se han establecido
dentro del contexto de la cultura de la Antigua
Grecia. Una buena parte de la evidencia indica que la civilización
griega en el siglo V a. C. utiliza principios de la ergonomía en el
diseño de herramientas en sus lugares de trabajo.
Puede encontrarse en la descripción que Hipócrates dio del diseño de las
herramientas y la forma en que el lugar de trabajo debía organizarse para un
cirujano (ver Marmaras, Poulakakis y Papakostopoulos, 1999).3
También es cierto que existen registros arqueológicos de las dinastías
egipcias, donde se observa que fabricaban herramientas, equipamiento del hogar,
entre otros que ilustran aplicación de principios ergonómicos. Por tanto es
cuestionable si la reclamación por Marmaras, et al., sobre el origen de
la ergonomía, puede estar justificada (IG Okorji, 2009). El término ergonomía,
del griego Έργον, que significa "trabajo", y Νόμος, que significa
"leyes naturales", entró en el léxico moderno, cuando Wojciech Jastrzębowski usó la
palabra en su artículo de 1857 «Rys ergonomji czyli Nauki o pracy, opartej na
prawdach poczerpniętych z Nauki Przyrody» («El esquema de la ergonomía, la
ciencia del trabajo, basado en las observaciones de las Ciencias Naturales»).
Más tarde, en el siglo 19, Frederick Winslow Taylor fue
pionero en la Administración Científica del Trabajo (taylorismo),
método que propone la manera de encontrar el método óptimo para llevar a cabo
una tarea determinada. Taylor descubrió que podía, por ejemplo, aumentar al
triple la cantidad de carbón que los trabajadores estaban paleando, ampliando
gradualmente el tamaño y reduciendo el peso de las palas de carbón hasta que la
tasa más rápida de paleado se alcanzó. Frank y Lillian Gilbreth, ampliaron los
métodos de Taylor en el año 1900 para desarrollar "El estudio de tiempos y
movimientos". Su objetivo era mejorar la eficiencia mediante la
eliminación de pasos innecesarios. Mediante la aplicación de este enfoque, los
Gilbreth redujeron el número de movimientos en albañilería de 18 a 4,5, lo que
permitió a los albañiles aumentar su productividad de 120 a 350 ladrillos por
hora.
La Segunda Guerra Mundial marcó
el desarrollo de nuevas armas y máquinas complejas, surgieron también nuevas
exigencias sobre la cognición de los operadores. La toma de decisiones, la
atención, la conciencia situacional y la coordinación ojo-mano del operador de
la máquina se convirtieron en la clave del éxito o el fracaso de una tarea. Se
observó que los aviones en pleno funcionamiento, piloteados por los pilotos
entrenados, sufrían accidentes aéreos. En 1943, Alphonse Chapanis, un teniente
del Ejército de los EE.UU., mostró que este llamado "error del piloto"
podría reducirse en gran medida, cuando los controles eran remplazados por
diseños más lógicos y menos confusos en la cabina del avión.
En las décadas posteriores a la guerra, la ergonomía ha seguido floreciendo
y diversificándose. La era espacial ha creado nuevos
problemas de factores humanos, tales como la ingravidez
y las fuerza
G. ¿Hasta dónde el cuerpo humano podría tolerar estos ambientes en
el espacio exterior?, y ¿qué
efectos tendrían en la mente y el cuerpo? El amanecer de la era de la información se ha
traducido en el campo de la ergonomía como la interacción
persona-computador (HCI).
La acuñación de la ergonomía a largo plazo, sin embargo, es ampliamente
atribuida al psicólogo británico Hywel Murrell, en la reunión de 1949 en el
Ministerio de marina en el Reino Unido, que llevó a la fundación de la Sociedad
de Ergonomía.4
Él lo utilizó para englobar los estudios en los que habían participado.
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